martes, 20 de septiembre de 2016

MIGUEL DE CERVANTES, ¿UN AUTOR "FEMINISTA"?

La influencia que las mujeres tuvieron en la vida de Cervantes reviste un especial interés por la interrelación existente entre la biografía del autor y su obra. El contexto familiar de Cervantes es decisivo a la hora de analizar la actitud que podríamos llamar, salvando las distancias, “feminista” de muchas de sus piezas literarias. Cervantes  tenía tres hermanas a las que admiraba, así como una hija y una sobrina que siguieron la estela de estas, por lo que en sus obras defiende un tipo de mujer muy similar al que ellas representaron: liberal, culta, fuerte y autónoma, y que tenía ya antecedentes en otras antepasadas cervantinas, entre ellas su madre, Leonor de Cortinas.

Mientras que la novela y el teatro del Siglo de Oro se basaban en los convencionalismos sociales del momento, según los cuales la voluntad de las mujeres se veía anulada ante el dominio del padre, o en su defecto el tío o el hermano, y más tarde del marido, por lo que las féminas habían de recurrir a la astucia y el disimulo para conseguir sus objetivos, la actitud de Cervantes contrasta poderosamente con la del resto de autores.

Las mujeres que aparecen en las obras de Cervantes son mucho más independientes y autónomas. La mirada del autor hacia esas actitudes es muy tolerante y comprensiva por lo que representa una innovación en lo que a la visión sobre las mujeres respecta. En ningún momento observamos que el escritor censure o critique tal independencia, más bien al contrario: la defiende como una manera de reivindicar la dignidad de sus personajes femeninos.

En sus entremeses, como El viejo celoso y El juez de los divorcios, Cervantes aborda el problema de la falta de autonomía y libertad de las mujeres en el matrimonio al ser consideradas prácticamente objetos en manos de los varones. Las esposas sufrían la terrible carga de llevar sobre sus hombros la honra de los maridos a quienes sólo les unía un contrato forzado, pero no el amor. Ante este problema, nuestro autor se sitúa con una lucidez especial que le lleva a denunciar estas situaciones profundamente injustas. El orden establecido tras el Concilio de Trento impedía desenlaces audaces en estas tramas matrimoniales, pero la posición de Cervantes queda clara en el planteamiento del conflicto: los personajes femeninos denuncian la manipulación de que son objeto y manifiestan su desengaño ante la opresión que significa la institución matrimonial tradicional. A través de ellas, podemos observar la disconformidad del autor así como su simpatía por las relaciones basadas en el amor. Es más, en Laberinto de amor, Cervantes reivindica el derecho de las mujeres a satisfacer sus necesidades sexuales y sentimentales al disculpar la supuesta deshonra de Rosamira.

Las mujeres en las obras de Cervantes son personajes luminosos que a menudo salen triunfadoras y se manifiestan en plano de igualdad con los hombres, e incluso a veces se muestran en clara superioridad. Es el caso de Preciosa, la protagonista de La Gitanilla, que es descrita como sagaz y muy inteligente, con gran capacidad deductiva y lógica, pero que además se presenta como honesta y honrada, virtuosa y con don de palabra. O de la bella Isabela de La española inglesa, joven hermosa y de elevada educación, a la que el rechazo de un matrimonio le acarrea un envenenamiento con la consiguiente pérdida de salud y belleza, que consigue recobrar gracias a su tesón.

El espinoso asunto de los malos tratos es abordado en Rinconete y Cortadillo con la historia de Juliana de Cariharta, que es golpeada y violada por su amante, y encuentra consuelo en una de las pupilas de Monipodio, Gananciosa. Se pone de manifiesto en ese pasaje la solidaridad femenina frente al agresor al mismo tiempo que la ceguera de la mujer maltratada quien por amor intercede a favor de su maltratador.

La complejidad de los personajes femeninos es abordada a veces por medio de “dobles” que reflejan la múltiple visión que de ellos tiene el resto de personajes. Es lo que ocurre con la Auristela/Sigismunda de El Persiles, en donde la interpretación plástica del personaje, Auristela, provoca más peripecias que la propia persona de Sigismunda, o el más claro y conocido de Dulcinea/Aldonza. Sea como fuere, lo cierto es que las mujeres de la obra cervantina poseen cualidades a veces contradictorias, por lo que su complejidad es difícilmente abarcable. Y es justamente en esa contradicción en donde radica la genialidad de estos personajes femeninos únicos en su tiempo.

Por todo ello, es alentador comprobar cómo nuestro autor más universal, el Príncipe de los Ingenios, rompe con la misoginia, tan común en todas las tradiciones literarias, y en sus obras siempre pone de manifiesto su admiración por la fortaleza, la libertad y la independencia que muestran los personajes femeninos así como su complacencia ante las mujeres inteligentes, ilustradas y cultas cuyos valores intelectuales ensalza y, a diferencia de otros autores, jamás ridiculiza. 


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